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Las adicciones

Foto del escritor: Mtro. Ian Macias AguilarMtro. Ian Macias Aguilar

Actualizado: 9 jul 2024

En los últimos 20 años se han hecho muchos avances para facilitar la detección, el seguimiento y el tratamiento de las personas que tienen adicciones. También se ha avanzado en el conocimiento de los factores que predisponen a desarrollar un trastorno adictivo (biológicos, psicológicos, sociales, etc.).


Los investigadores descubrieron que buena parte del poder de la adicción está en su capacidad de secuestrar e incluso destruir regiones cerebrales fundamentales que se encargan de ayudarnos a sobrevivir.


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Las adicciones



Pero veamos primero lo esencial, ¿Qué son las Adicciones?


Las adicciones son un trastorno mental crónico y recidivante, es decir, que alternan periodos de consumo más descontrolado con períodos de abstinencia en los que se abandona el consumo. Generan cambios en los circuitos del cerebro que provocan que la persona consuma de forma compulsiva a pesar de las consecuencias negativas físicas, psicológicas y sociales. Las adicciones incluyen diferentes tipos de drogas como el tabaco, el alcohol, los tranquilizantes y los derivados del cannabis.


Las Adicciones en primera persona

Profesionales y pacientes te explican cómo se convive con la enfermedad





Es absolutamente esencial que el paciente entienda que no se trata de dejar las drogas y hacer exactamente lo mismo que hacía, sino que se trata de dejar las drogas y adoptar un estilo de vida saludable.





Si tienes claro que el no beber es para siempre y que es una herramienta para que vivas mejor, tienes mucho ganado.

FrancescPaciente




Una adicción conlleva un patrón de funcionamiento desadaptativo de consumo de una droga con deterioro o malestar significativo. Esto puede llegar a afectar a todas las áreas de la vida de la persona. Normalmente se habla de adicción cuando este patrón se mantiene durante un tiempo prolongado (al menos 12 meses).

Cuando se habla de drogas se hace referencia a toda sustancia que consumida modifica diferentes funciones del organismo, tanto mentales (humor, funcionamiento cerebral) como físicas (disfunción respiratoria o gastrointestinal).

Normalmente, estas sustancias se caracterizan por pasar de forma rápida desde el torrente sanguíneo hasta el cerebro, lo que produce cambios en la conducta. Estos efectos suelen ser percibidos de forma habitual como placenteras en los primeros consumos. Como resultado de ello, muchas personas siguen tomando la sustancia, aunque sus consecuencias puedan ser negativas a medio y largo plazo.

Cuando se consume de forma repetida una droga suelen aparecer algunos efectos sobre el cuerpo y el comportamiento:



Tolerancia a la sustancia

Tolerancia a la sustancia. Significa que cada vez son necesarias dosis más elevadas de la sustancia para lograr el efecto deseado (por ejemplo, cada vez hay que beber más cantidad de alcohol para conseguir los efectos de la intoxicación) y que los efectos de la sustancia, si no se incrementan las dosis, son marcadamente menos intensos con el uso continuado.

Sindrome de la abstinencia

Síndrome de abstinencia. Conjunto de reacciones físicas y psicológicas que suceden cuando una persona con una adicción deja de consumir la sustancia de golpe o consume menos dosis de la que solía tomar.



Además, cuando se instaura la adicción es habitual que la persona presente algunas de las siguientes características:


  • Reconozca que consume una cantidad más elevada de la que pretende o durante periodos más largos de los que quisiera.

  • Tiene un deseo persistente o esfuerzos infructuosos de controlar o interrumpir el consumo de la sustancia.

  • Hay deseo intenso o urgencia para consumir (craving).

  • Dedica una parte importante de su tiempo a actividades relacionadas con obtener la sustancia (por ejemplo, desplazarse largas distancias), en el consumo de la sustancia o en la recuperación de los efectos de esta.

  • Prioriza el consumo por encima de las actividades sociales, laborales o de ocio.

  • Tiene cada vez mayores dificultades para cumplir con las principales obligaciones.

  • Sigue consumiendo la sustancia a pesar de tener problemas sociales o interpersonales causados ​​o agravados por el consumo.

  • Consume en situaciones en las que es físicamente peligroso.

  • Continua con el consumo a pesar de ser consciente de tener un problema físico y psicológico relacionado con la sustancia.

Aunque en cada persona el impacto de la adicción es diferente y personalizado, todas las adicciones afectan de forma similar al funcionamiento cerebral y, por tanto, el tratamiento tiene muchos elementos en común.


 

Las adicciones se tratan como una enfermedad mental crónica con un abordaje múltiple: médico, psicológico y social.



 

Síntomas de los Trastornos Adictivos


En los trastornos adictivos coexisten una gran cantidad de síntomas que varían en número e intensidad.


Necesidad imperiosa de consumir, de autoadministrarse la sustancia (o sustancias varias) de la que se ha desarrollado la adicción. Se utiliza la palabra "craving" para hablar del deseo persistente.



Dificultad en el control del consumo. Conduce al consumo excesivo y, a la vez, produce consecuencias negativas familiares, laborales, sociales, en la salud física y mental. La persona continúa tomando la sustancia a pesar de tener conciencia de estos problemas que son recurrentes o persistentes. Se intenta, pero no se consigue reducir o controlar el uso de la sustancia.


Consumo de otras sustancias adictivas por la necesidad de conseguir un mayor efecto.




Efecto rebote. La persona que utiliza una determinada sustancia para tranquilizarse suele sentirse más nerviosa que antes de tomarla cuando termina su efecto, por lo que necesita volver a consumir.



Tolerancia. Aparece cuando se utiliza de forma progresiva más cantidad de la sustancia para conseguir un efecto. El efecto de las mismas cantidades de sustancia disminuye claramente con su consumo continuado.



Síndrome de abstinencia. El cerebro acostumbra a funcionar con una sustancia por lo que necesita a menudo una nueva dosis para obtener un efecto concreto o evitar síntomas desagradables como la angustia, el estrés o el desánimo. Aparece cuando se deja de consumir la sustancia y los síntomas se pueden aliviar cuando se toma más sustancia.


Alteración de la conducta porque está bajo los efectos de la sustancia o porque la echa de menos. En función del tipo de droga, pueden aparecer todo tipo de alteraciones conductuales: agresividad, conductas violentas, marcada apatía, alucinaciones, delirios, etc.


Intoxicación. Se produce por un consumo excesivo de la sustancia y causa una disminución del rendimiento psicológico y conductual. La intoxicación aguda puede derivar en un coma y llegar a provocar la muerte. La intoxicación crónica, que se debe a un consumo regular y excesivo durante un período prolongado en el tiempo, puede provocar, entre otros, trastornos digestivos, neurológicos y cardiovasculares.


Cambios a nivel cerebral. La persona cambia la manera de pensar, las opiniones, actitudes y motivaciones que pasan a ser cada vez más favorables hacia el consumo. Muchas de las personas que han desarrollado una adicción no pueden controlar el consumo de la sustancia y que, por tanto, no desarrollará la adicción. Autoengaño. No ven los riesgos y problemas que conlleva la adicción, solo lo que es gratificante.


Cambio de prioridades. Se dejan de hacer actividades importantes y placenteras para obtener la sustancia como pueden ser actividades de ocio. Gran parte del tiempo se dedica a la obtención o consumo de la sustancia. La sustancia encabeza su escala de valores por encima de la salud, la familia, el trabajo o el dinero.


Recaída. Resulta muy difícil no consumir en determinadas situaciones y un primer consumo suele llevar una recaída. Puede darse en una persona que llevaba meses sin consumir y el descontrol puede ser mayor que antes.




 

Causas de los Trastornos Adictivos


Hoy en día se sabe que en la aparición de una adicción influyen múltiples factores que interaccionan entre ellos.



Causas de las adicciones

Factores genéticos. Un factor fundamental viene determinado por la genética de la persona. El trastorno adictivo donde está más demostrado es la adicción al alcohol, donde se estima que hasta un 50% de la vulnerabilidad de una persona a desarrollar la enfermedad es de origen genético.


Factores ambientales. También juegan un papel fundamental los estímulos ambientales a los que se somete una persona durante su vida. Por ejemplo, cuanto antes se inicia el consumo de una droga en la vida de una persona, y también cuanta más cantidad se toma, más riesgo hay de desarrollar una adicción. La manera de tomar la droga también influye. Las vías de administración que suponen una concentración en sangre más elevada y en la que se llega de forma más rápida, presentan un mayor riesgo, especialmente la vía endovenosa.


Personalidad. Determinados rasgos de personalidad o maneras de ser también incrementan el riesgo de tener un trastorno adictivo. Rasgos como la impulsividad o la tendencia a buscar nuevas sensaciones.


Enfermedad mental. La presencia de una enfermedad mental incrementa también el riesgo de desarrollar un trastorno adictivo.


Factores sociales. Las circunstancias sociales tienen una gran importancia en el desarrollo de las adicciones. Cuanto más accesible y más económica es una droga, más se extiende su consumo y genera más adictos. Si, además, su publicidad es permitida (como es el caso del alcohol y el tabaco), el problema se hace aún más grande.


Todos estos factores interrelacionados provocan que una vez una persona inicia el consumo de una droga, se produzcan una serie de cambios cerebrales en un lugar específico denominados los circuitos de recompensa. Estos circuitos son los encargados de transmitir a la persona que una conducta es beneficiosa para él y que, por tanto, vale la pena repetirla (como por ejemplo comer, relacionarse con los demás o practicar actividades placenteras para la persona). Los cambios que las drogas provocan en estos circuitos facilitan la perpetuación del consumo, en general con un incremento de su dosis y su frecuencia. A su vez, este mayor consumo agrava estos cambios biológicos y se establece, así, un proceso circular que desencadena finalmente en una adicción.

En general, la adicción se considera una enfermedad crónica que ocurre tras el consumo continuado de una droga durante un período de tiempo relativamente largo. Por tanto, el principal factor desencadenante de la enfermedad es el consumo mismo de la droga.

El curso evolutivo de los trastornos adictivos suele ser remitente-recurrente, es decir, se alternan periodos de abstinencia a la droga con otros de elevado consumo, que se llaman recaídas. Hay varios factores desencadenantes de las recaídas, como son:

  • el malestar psicológico (tristeza, angustia, irritabilidad).

  • los estímulos relacionados con la droga (por ejemplo, ver a otras personas que lo están tomando).

  • el craving, que se define como un deseo muy intenso y a menudo irrefrenable de tomar la droga.

  • la abstinencia física, que aparece cuando una persona tiene una dependencia fisiológica a la sustancia e interrumpe el consumo.



Aunque existen pruebas de alta sofisticación como, por ejemplo, pruebas de neuroimagen (escáneres cerebrales y similares) que permiten visualizar los cambios biológicos que ocurren cuando se desarrolla una adicción, es importante remarcar que el diagnóstico definitivo es siempre clínico, es decir, a través de la entrevista con el paciente.


Una vez diagnosticada la enfermedad, es importante evaluar el impacto que tiene para la persona en las diversas áreas de su vida, especialmente a nivel orgánico, psicológico y social. De nuevo, esta evaluación se basa fundamentalmente en la entrevista con el paciente y las personas de su entorno, así como en la realización de analíticas y otras pruebas complementarias cuando sea conveniente.


 

Tratamiento de los Trastornos Adictivos


Superar una adicción implica hacer cambios importantes en el estilo de vida que solo son posibles si la persona afectada decide emprender este proceso. Los tratamientos actuales hacen que este proceso de cambio personal se pueda llevar a cabo mejor y de forma más segura.

Los objetivos del tratamiento son básicamente tres:

  • mejorar las complicaciones físicas, psicológicas y sociales creadas por la adicción;

  • aprender o reaprender a llevar una vida normal sin consumir la droga, y

  • adquirir estrategias útiles para evitar las recaídas.



Para alcanzar estos objetivos se dispone de tratamientos farmacológicos y psicológicos.

Tratamiento psicológico

Los tratamientos psicológicos pueden ser tanto individuales como familiares o grupales. Estos tratamientos buscan el empoderamiento del paciente mediante un abordaje motivacional y son, generalmente, muy útiles para adquirir habilidades, tanto para evitar posibles recaídas como para afrontar las circunstancias cotidianas sin usar sustancias psicoactivas. Asimismo, permiten que de forma progresiva el paciente entienda y acepte la enfermedad que tiene, lo que le facilita una mejor actitud ante la adicción. En este último aspecto, los tratamientos grupales tienen una especial relevancia.


Tratamiento farmacológico

Los tratamientos farmacológicos son muy diversos y tienen también objetivos variados. Hay varias familias de medicamentos que se usan de manera habitual para tratar las adicciones.


En cualquier caso, hay que tener muy en cuenta que la base del tratamiento es psicológica y que los fármacos constituyen un complemento eficaz.



 

Vivir con un Trastorno Adictivo


Las adicciones son una enfermedad crónica con posibles recaídas. Es decir, mientras el paciente está sin consumir puede hacer una vida normal, probablemente con algún cambio de hábitos para intentar potenciar un entorno saludable y deberá estar atento a determinadas situaciones de riesgo.

Algunos consejos prácticos en la vida diaria fundamentales para la prevención de recaídas son:



La abstinencia. Es probablemente el "mejor medicamento", ya que cuando se alcanza mejora sustancialmente la calidad de vida en los diferentes ámbitos de la persona: laboral, personal, familiar y social.


Seguir de forma correcta el tratamiento médico. Tomar mal los medicamentos o abandonarlos por iniciativa propia conlleva el riesgo de encontrarse mal o de tener una recaída. A pesar de todo esto, si no se está tomando de forma correcta la medicación o existen dudas sobre si hay que tomar algún fármaco, lo mejor que se puede hacer es ser sincero con el profesional de referencia y comentárselo, porque es una manera de encontrar una solución segura y evitar posibles confusiones y efectos no deseados de algunos fármacos.


Evitar situaciones de riesgo. Las situaciones, personas y lugares que se asocian con el consumo son peligrosas de cara a una posible recaída. Por eso, hay que estar atento, observar y protegerse para prevenir estas situaciones o preparar respuestas para abordarlas en caso de que no se puedan evitar. Un ejemplo sería ir al bar para un consumidor de alcohol o salir de fiesta con el grupo de amigos consumidores de cocaína.


Dormir las horas necesarias. Descansar es muy importante para encontrarse bien, tener energía y mantener hábitos saludables. Cada persona, en función de su edad y situación personal, tiene unas necesidades diferentes de sueño y descanso. Una correcta higiene del sueño es indispensable para tener buena calidad de vida. Por ejemplo, mantener rutinas en los horarios de acostarse y de levantarse.


Comer de forma equilibrada. Cuidar los hábitos de alimentación es especialmente importante en estos pacientes, ya que a menudo siguen hábitos poco saludables.


Auto-observarse. Una correcta autoobservación es la mejor manera de prevenir recaídas. Fijarse en si uno está más irritable, cansado o ansioso, y en qué situaciones se da puede dar pistas de si se está en riesgo de tener una recaída. Por lo tanto, el autoconocimiento es indispensable para protegerse y cuidarse. Y la observación de las personas cercanas también es importante de cara a la prevención.


No consumir otros tóxicos. El consumo de otros tóxicos, aunque nunca se haya consumido o que no se haya abusado en el pasado, es un factor de riesgo de cara a una recaída. Está demostrado que consumir, aunque sea en una única ocasión, aumenta las posibilidades de recaer en la adicción, ya que activa la huella que el tóxico ha creado en el cerebro y pueden reaparecer las ganas de consumir.


Vigilar con el café, té y colas. Los efectos del café sobre el sueño (insomnio) duran aproximadamente ocho horas. Por lo tanto, es recomendable no tomar café a partir de las cuatro de la tarde. Y en ningún caso está recomendado consumir más de 3 o 4 cafés (o dosis de cafeína) diarios. Hay que vigilar la cafeína que contienen bebidas como las colas y preparados energéticos.


Huir del estrés. Intentar reservar tiempo diario para uno mismo y realizar actividades agradables, siempre de forma relajada. Practicar alguna actividad que ayude a rebajar la tensión (ejercicio físico moderado, lectura, pintura), así como tratar de relativizar los problemas.


Escuchar a personas de confianza. Buscar, entre los familiares o amigos, alguien que pueda actuar como punto de referencia. Normalmente, aquellas personas que conviven con personas con una adicción pueden detectar una situación de riesgo de forma más clara. Si esta persona hace comentarios de alerta es importante tenerlo en cuenta, aunque uno mismo a veces no sea consciente, y pedir ayuda profesional en caso de duda.


Aceptar la enfermedad e intentar aprender a convivir con ella. Negar la enfermedad no hace más que empeorarla. Hay que ser consciente de que una persona que ha tenido una adicción siempre puede tener una recaída, aceptar este riesgo es la mejor manera de prevenirlo.




















Las adicciones y el trabajo


Las fluctuaciones y recaídas del trastorno pueden generar dudas sobre cómo se debe plantear esta situación en el entorno laboral. Debe quedar claro que la salud es lo primero y se tendrán en cuenta el estrés y los horarios en el trabajo (evitar horarios nocturnos). Más allá de estas consideraciones, el trastorno no limita el trabajo durante los períodos de estabilidad.

Por otra parte, siempre se plantea la duda de si se ha de compartir esta información con los superiores o compañeros. La información sobre el estado de salud es una cuestión personal, por lo que cada uno es capaz de decidir qué quiere contar y qué no al respecto y, en ningún caso, se está obligado a explicar que se tiene una determinada enfermedad.


Las adicciones y la familia


La familia juega un papel fundamental en todos los aspectos de la vida y más en la salud mental. Por ello, es recomendable que la familia cercana esté al corriente de la situación, conozca el trastorno y, más importante aún, aprenda cómo detectar el inicio de una recaída y cómo actuar si se produce.

Algunos consejos prácticos para poner barreras entre el paciente y el consumo son los siguientes:


No tener tóxicos al alcance en casa ni objetos relacionados con el consumo. Con las drogas legalizadas esto puede ser más complicado que con las ilegales. Por ejemplo, para una persona con una adicción al alcohol tener vino o cerveza en la nevera de casa o tener un armario con destilados no facilita la abstinencia. O para un fumador, tener encendedores y ceniceros a la vista no será de ayuda de cara al tratamiento.

El familiar debe intentar evitar las conversaciones y discusionescuando el paciente está intoxicado dado que el estado en que se encuentra supone una dificultad para valorar de forma objetiva la realidad y solo hará que aumentar el malestar del paciente y del familiar. Es conveniente posponer las conversaciones y decisiones importantes para momentos de mayor estabilidad.



Si hay situaciones que pueden suponer un riesgo para el paciente o los demás, hay que llamar a los servicios de emergencia antes de intentar insistir con cualquier otra medida.




Escuchar al paciente, preguntarle cómo está, aunque la respuesta parezca obvia o que se tenga la sensación de que no quiere hablar. A veces, solo es necesario encontrar el momento para crear un clima cálido y, así, la persona puede abrirse y poder expresarse si algo no va bien. Mejor preguntar siempre en positivo y de forma abierta: ¿Cómo estás? ¿Cómo va? En cambio, interrogar sobre el consumo suele generar desconfianza y tensión. ¿Has bebido? ¿Tienes ganas de consumir? ¿No habrás vuelto a fumar? Son ejemplos de preguntas que provocan tensión y distanciamiento.

Dialogar. Hay que recordar que una persona con una adicción tiene un trastorno y que no actúa con ganas de hacer daño o por vicio, sino porque es adicto. Esto puede ayudar a descargar de culpas y responsabilidades al familiar, y rebajar la ira o frustración que puede sentir frecuentemente un familiar que se ve afectado e involucrado en toda la problemática del paciente. Esta visión también ayuda a poder comunicarse con el familiar con una adicción, entender un poco lo que está pasando y poder apoyar desde una posición más sana para toda la familia.


Aceptación. Un paciente con una adicción es un paciente crónico, que necesita un tratamiento médico y psicológico de larga duración y, a menudo, un seguimiento de por vida. Es normal que la familia, sobre todo si comparten casa, se vea muy afectada por el trastorno. Animar al paciente a seguir con la abstinencia, apoyar con todo lo que se pueda y cuidarse individualmente puede ayudar a un mejor ambiente familiar. Aceptar todo lo que el trastorno conlleva puede ayudar a vivirlo con menos resistencia y prever posibles obstáculos para remediarlo lo antes posible.

La adicción provoca un distanciamiento entre los familiares. Poder abordar el problema de forma conjunta, haciendo equipo, facilita la recuperación y mejora más rápido las dinámicas familiares.


La adicción provoca un distanciamiento entre los familiares. Poder abordar el problema de forma conjunta, haciendo equipo, facilita la recuperación y mejora más rápido las dinámicas familiares.



Conclusión.
Trata de buscar ayuda profesional antes de que la adicción se agrave, ya que, será más fácil de tratar en los momentos iniciales. 

Un profesional especializado en adicciones tendrá en cuenta las circunstancias específicas que atraviesa tu ser querido, te sugerirá el mejor enfoque y te orientará sobre el tipo de tratamiento y plan de seguimiento que probablemente funcione mejor.

Si tu ser querido se niega a recibir ayuda.

Lamentablemente, en algunos casos, es posible que tu ser querido que tiene una adicción se niegue a recibir tratamiento. Es posible que estalle con ira o insista en que no necesita ayuda, o que tenga resentimiento y te acuse de traición o de ser hipócrita.

Prepárate emocionalmente para estas situaciones y conserva la esperanza de lograr un cambio positivo. Si tu ser querido no acepta el tratamiento, prepárate para el seguimiento de los cambios que presentaste.

En general, los niños, las parejas, los hermanos y los padres sufren maltrato, violencia, amenazas y conmoción emocional debido a problemas de alcohol o drogas. No puedes controlar el comportamiento de tu ser querido que tiene una adicción. Sin embargo, tienes la capacidad de retirarte, y de retirar a los niños presentes, de una situación destructiva.

Incluso si una intervención no funciona, tú y el resto de las personas involucradas en la vida de tu ser querido pueden hacer cambios útiles. Pídeles a las demás personas involucradas que eviten permitir el ciclo destructivo de comportamiento y tomen medidas activas para instar un cambio positivo.










 
 
 

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