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Foto del escritorNatalia Hernandez

Depresión en los adolescentes

Actualizado: 9 jul

Si  eres padre o madre de un adolescente que puede tener depresión, quiero que sepas dos cosas importantes: no están solos y hay ayuda para tu hijo y tu familia.


Estamos frente a una situación muy grave y que tiene prácticamente colapsados los sistemas de salud. Hoy es difícil pensar que existe una familia donde no haya un adolescente que sufra de trastornos mentales.

Solo en América Latina, casi 16 millones de adolescentes de entre 10 y 19 años vive con algún trastorno mental, según constata el último informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). Es un 15% del total de la población de ese rango de edad.

La cara más triste de este fenómeno es el suicidio.

Más de 10 adolescentes pierden la vida cada día por esta razón en la región, siendo la tercera causa de muerte entre jóvenes de 15 a 19 años, indica el mismo informe.



 




¿Cómo se explica el alto número de adolescentes que hoy sufren trastornos mentales?


Es muy difícil atribuirlo a una razón pues es un fenómeno multicausal, con varios elementos.

Vimos empíricamente que la pandemia fue muy compleja para los adolescentes y se hipotetiza que privarlos de la interacción social, en una edad clave para ello, fue muy complejo.

Pero el aumento en los casos de depresión se estaba dando desde antes de la pandemia.

Existe evidencia asociada a las redes sociales, a cómo la permanente comparación en la que están los jóvenes con otros, en cuanto a su vida y su cuerpo, agrega problemas de ánimo y ansiedad.

Es importante acotar que siempre está la pregunta de si la sociedad se ha vuelto más permeable, más capaz de ver estos problemas pues a lo mejor antes se ocultaban más.


Se habla también de que esta es una "generación deprimida", donde cada vez se usan más antidepresivos y hay más asistencia a terapias...


Sí, hay quienes plantean que esta generación es de las que ha crecido más sola, pues los padres también están metidos en redes sociales, haciendo su vida, y no están disponibles emocionalmente para los hijos.

Además, se ha puesto el foco en una falsa felicidad donde se les da a los hijos todo lo que quieren para que no se frustren y eso genera que no tengan las herramientas para lidiar con la frustración.

La crianza ha ido cambiando. No se trata de culpar a una u otra persona, son contextos culturales distintos.


¿Cómo se puede identificar que un adolescente sufre de depresión?


Es lo más difícil.

Los padres, por un lado, intentamos entender lo que le pasa a los hijos usando como explicación la propia adolescencia. Entonces es muy fácil equivocarnos en el diagnóstico.

Y, por otro lado, los jóvenes activamente ocultan sus síntomas, o porque no quieren dar problemas o por temor.

Se diría que lo importante es estar atentos a los cambios de comportamiento. Pero no a los cambios de uno o dos días, pues esos son transitorios y sí son propios de la adolescencia, sino a los que van más allá de una o dos semanas.

Hay que ver si esos cambios, además, se dan en más de un ambiente, no solo en la casa, sino también en el colegio o con los amigos.

Si el adolescente, por ejemplo, abandona los intereses que tenía, y esto abarca diferentes áreas, habría que ponerle atención y probablemente pedir ayuda.


¿Y qué síntomas son los más comunes?


Todos esperan que alguien depresivo no tenga ánimo, que no se levante… pero a veces sí se levantan, sí son capaces de ir a una fiesta, pero están irritables la mayor parte del día.

Y muchas personas no saben que la irritabilidad también es un síntoma de depresión. Es muy fácil confundirla con la adolescencia, por un tema hormonal.


¿Qué medidas preventivas se pueden tomar?


Lo primero que hay que tener claro es que no por aplicar todas las medidas preventivas vamos a lograr que un adolescente no se deprima. La idea es poder disminuir los riesgos, pero el riesgo cero no existe.

Hay varios elementos prácticos que uno puede desarrollar cuando los niños son pequeños, como los hábitos de sueño, el comer en familia, fomentar el ejercicio físico o hacer actividades extra programáticas. También ayudan la luz solar, la vitamina D, pasar tiempo fuera de las pantallas y en la naturaleza.

Y ojalá poder normalizar el pedir ayuda, poder hablar de los problemas que uno tiene. Plantear que a veces hay días malos y que eso está bien.

Por último, creo que es importante acompañar a los niños y jóvenes en el mundo virtual. Es muy frecuente que se les entregue las tabletas y que los papás no sepan lo que ocurre ahí.

Y eso es como mandarlos al patio de juegos sin mirar qué pasa allí.

Uno debe tener conversaciones sobre el mundo virtual, los peligros que existen, las cosas que no se deben hacer, el ciberacoso, etc.


¿Qué pueden hacer los padres para ayudar a sus hijos que sufren de algún trastorno de salud mental?


La primera medida y muy importante es ponerse en manos de un profesional. Esto es una enfermedad y no podemos pensar que si el hijo tuviera una apendicitis lo trataríamos en casa.

Ahora, dicho eso, hay algunas cosas que hay que tener en cuenta para no crear problemas, por ejemplo, cuando la actitud de los padres es de poca comprensión o empatía, y ven esto como una debilidad o fragilidad, sin entender que esto le puede pasar a cualquiera.

Son enfermedades de las que nadie está libre.


¿Cuánto ha aumentado el uso de antidepresivos en jóvenes?


Es difícil saberlo, pero lamentablemente ha sido cada vez más necesario el apoyo farmacológico en jóvenes debido a la gravedad de las enfermedades que se están viendo.

Lo que se ve en la práctica es que hoy la depresión entre adolescentes no solo es mucho más frecuente sino que más severa, con mayor sintomatología y mayor riesgo suicida, y, por lo tanto, se requiere mayor apoyo de fármacos.

Ahora, no es que todos los jóvenes con depresión lo necesiten. Pero, por ejemplo, cuando ha habido un intento suicida, ya estamos en lo que se denomina una depresión severa y es muy probable que sea necesario tratarlo con medicamentos.

También cuando un joven ya lleva mucho tiempo en un tratamiento psicológico y no hay mejorías. O bajo síntomas específicos, como el insomnio.


Diversos expertos e instituciones han advertido sobre un aumento en las autolesiones o autoagresiones entre adolescentes. ¿Cuán común es y qué hay detrás de ese fenómeno?


Este es un tema que, efectivamente, ha ido aumentando de forma exponencial.

Hace 20 años, era algo muy ocasional y ahora es al revés, es ocasional que llegue alguien que no se ha autoagredido.

Antes se veía en hogares de acogida de menores, con adolescentes que habían crecido en situaciones de mucha vulnerabilidad, pero ahora es más frecuente en adolescentes que no tienen esos riesgos tan elevados.

La mayoría de las veces la autoagresión tiene un sentido de liberar el dolor psíquico a través de un dolor físico. De transformar un dolor en otro; de desahogarse.

También puede haber un sentido de culpa, de dañarse porque se siente culpable. Y a veces, un elemento adictivo. Hay quienes necesitan autoagredirse para sentirse tranquilos, les provoca algo parecido a las drogas o al alcohol. Y ahí están los que no pueden parar.

Es muy importante destacar que cuando un padre o madre detecta autoagresiones en un adolescente, debe pedir ayuda profesional.

Muchas veces los padres minimizan, pero cuando un adolescente llega a esa conducta es porque el sufrimiento es muy intenso.


¿Qué tan real es el riesgo de suicidio en estos casos?



Las autoagresiones se diferencian de la suicidabilidad. Es poco frecuente que quienes se autoagreden quieran matarse a través de esa técnica.

Pero el suicidio es un riesgo real y cualquier intento de minimizarlo nos genera mayor vulnerabilidad.

Muchas veces los padres caen en un estado de negación y piensan que sus hijos están llamando la atención, y no lo entienden como un deseo real de morir.

Pero se sabe que en todo intento suicida, e incluso en uno consumado, hay un porcentaje de intención de modificar el ambiente pero también un porcentaje de deseo real de morir.

Y el riesgo de que un intento suicida sea efectivo es el mismo.


Guía para padres y madres sobre la depresión adolescente.




Espero que esta guía para padres y madres sobre la depresión adolescente, te ayude a tener algunas pautas básicas.La depresión adolescente, en muchas ocasiones, se malinterpreta y se pasa por alto. Por este motivo, esta pequeña guía para padres y madres sobre la depresión adolescente. El objetivo de la misma es el de informar sobre este grave problema que afecta a muchos adolescentes en la sociedad actual. La depresión adolescente se caracteriza por sentimientos persistentes de tristeza, desesperanza y pérdida de interés en actividades que antes gustaban y hacían disfrutar al adolescente. La depresión tiene un impacto negativo tanto en el funcionamiento cognitivo (nuestra forma de pensar y nuestros pensamientos), como en las emociones y el comportamiento. El inicio de la depresión puede ocurrir en cualquier momento, y lo más importante es que para los adolescentes, los síntomas de la depresión varían de los síntomas observados en adultos que padecen depresión. Este es precisamente el motivo por el cual en algunas ocasiones la depresión en los adolescentes no se identifica adecuadamente.




 

¿Necesitas ayuda para saber cómo gestionar esta situación con tu hijo? Permíteme informarte que en nuestros centros de Terapia Psicológica Especializada a, brindamos terapia adaptada a las necesidades de los adolescentes. No solo trabajamos con el adolescente, sino que también colaboramos con la familia para maximizar los resultados.


 

Comprender la depresión


Los profesionales de la salud mental hemos trabajado duramente para eliminar el estigma asociado a la depresión. Sin embargo, por desgracia, aún existen muchos conceptos erróneos sobre la depresión, especialmente entre los adolescentes. Si bien los años de la adolescencia son un momento difícil, la mayoría de los adolescentes pueden transitar con éxito esta desafiante etapa de la vida. El mal humor y la tristeza no deben malinterpretarse como depresión, ya que forman parte de la propia etapa de la adolescencia. Debemos ser cautelosos, ya que, en muchas ocasiones la depresión en adolescentes pasa desapercibida. Por ejemplo, un adolescente con depresión puede funcionar bastante bien en su día a día. Aunque la depresión entre los adolescentes es común, muy pocos reciben el apoyo y tratamiento adecuados. Es necesario que los padres y madres aprendan a identificar los signos y síntomas de la depresión para que su hijo reciba el tratamiento que tanto necesita.


Signos y síntomas de la depresión en adolescentes


Para un padre o madre, a veces, puede ser difícil diferenciar la depresión del carácter propio de la adolescencia. Algunos de los cambios emocionales y de comportamiento que se observan en los adolescentes que sufren de depresión son los siguientes:

Cambios emocionales:

  • Tristeza

  • Sentimientos de desesperanza o sentirse «vacío»

  • Irritabilidad

  • Frustración o enfado, incluso sobre asuntos aparentemente sin importancia

  • Pérdida de interés o placer en actividades normales

  • Pérdida de interés en las relaciones sociales con familiares y/o amigos

  • Conflicto con la familia y/o amigos

  • Baja autoestima

  • Sentimiento de inutilidad

  • Sentimientos de culpa o vergüenza

  • Fijación en fallos cometidos en el pasado

  • Autocrítica exagerada

  • Sensibilidad extrema al rechazo o al fracaso

  • Necesidad extrema de tranquilidad

  • Falta de optimismo sobre el futuro

  • Pensamientos recurrentes sobre la muerte

En realidad, resulta complicado separar algunos de estos síntomas de las características propias de la adolescencia. Sin embargo, lo más relevante es comparar todos estos aspectos emocionales del adolescente, con cómo era antes. La depresión adolescente va más allá del malhumor. Es un problema de salud grave que afecta todos los aspectos de la vida de un adolescente.

Cambios en el comportamiento:

  • Cansancio y pérdida de energía

  • Insomnio o dormir más de lo normal

  • Cambios en el apetito – disminución del apetito y pérdida de peso, o por el contrario, aumento del apetito y aumento de peso

  • Consumo de alcohol o drogas

  • Agitación o inquietud, por ejemplo, incapacidad para permanecer sentado

  • Pensamiento, habla o movimientos del cuerpo enlentecidos

  • Frecuentes quejas de dolencias físicas, por ejemplo dolores de estómago o dolores de cabeza

  • Aislamiento social

  • Bajada en el rendimiento académico

  • Apariencia física descuidada, falta de higiene

  • Explosiones de agresividad

  • Participar en conductas de riesgo


¿Cómo saber si tu hijo adolescente tiene depresión?


Para saber si tu hijo adolescente tiene depresión tienes que acudir a un especialista de la salud mental (como un psicólogo o psiquiatra) que puede diagnosticar la depresión adolescente. Es la única forma que hay para saber si tu hijo tiene depresión. La depresión debe ser diagnosticada y tratada por un especialista.



Abordar la depresión y encontrar el tratamiento adecuado

Mientras más tiempo pase sin recibir el tratamiento, mayores serán los riesgos para la salud física y emocional. Si crees que tu hijo adolescente padece depresión, el primer paso sería llevar a tu hijo al médico. Apúntate en un papel los síntomas que has presenciado para poder explicárselos. Habla con él sobre los cambios emocionales y de comportamiento que has percibido en tu hijo. Si no hay problemas de salud física subyacentes que estén explicando esos síntomas, es el momento de solicitar cita con un psicólogo. El psicólogo podrá diagnosticar y trabajar para poder ayudar a tu hijo a superar la depresión. Generalmente, la combinación de un psicólogo y su médico de cabecera es la mejor estrategia inicial para ayudar a un adolescente que sufre depresión. Algunos adolescentes que sufren depresión no quieren buscar ayuda. Pueden suplicar, enfadarse contigo y/o volverse violentos cuando le sugieres que acuda al psicólogo. Esto sucede, y puede ser parte de la depresión. También, puedes buscar un psicólogo para tu hijo y solicitar una cita para explicarle el problema y que él te de las pautas necesarias para que sepas cómo intentar motivar a tu hijo a que vaya al psicólogo.



Algunas pautas sencillas para ayudar a tu hijo adolescente deprimido


1. Fomenta la conexión social: Los adolescentes deprimidos (al igual que los adultos) tienden a alejarse de sus amigos y de las actividades que antes solían disfrutar. Pero, lo cierto es que el aislamiento solo empeora la depresión, así que haz lo que puedas para ayudar a tu hijo a volver a conectarse con los demás. Anima a tu hijo a salir con sus amigos o invitar amigos a casa. Participa en actividades que involucren a otras familias y dale a tu hijo la oportunidad de conocer y conectarse con otros adolescentes.

2. Saca tiempo para hablar y estar con él: Dedica un tiempo cada día a hablar con tu hijo. Durante ese rato es importante que estés totalmente concentrado en tu hijo, sin distracciones o sin realizar múltiples tareas al mismo tiempo. Recuerda que hablar sobre la depresión o los sentimientos de tu hijo no empeorará la situación.

3. Convierte la salud física una prioridad: La salud física y mental están conectadas. La depresión se ve agravada por la inactividad, el sueño inadecuado y la mala nutrición. Desafortunadamente, los adolescentes son conocidos por sus hábitos poco saludables: quedarse despiertos hasta tarde, comer comida basura y pasar horas conectados a sus teléfonos móviles. ¡Haz que tu hijo se mueva! El ejercicio es absolutamente esencial para la salud mental, así que haz que tu hijo adolescente esté activo. Además, establece límites en el tiempo de uso de los dispositivos electrónicos.

4. Anímale a dormir lo suficiente: Los adolescentes necesitan dormir más que los adultos para funcionar de manera óptima. Asegúrate de que tu hijo adolescente no se quede despierto hasta altas horas de la madrugada. Lo cierto es que vivir con un adolescente deprimido puede ser difícil y agotador. A veces, sentirás agotamiento, rechazo, desesperación, etc. Es importante que recuerdes que tu hijo no lo hace a propósito. Tu hijo está sufriendo, así que intenta ser paciente y comprensivo, aunque, a veces, resulte difícil. 

Por último, es importante evitar el juego de la culpa. Puede ser fácil culparse a sí mismo o a otro miembro de la familia por la depresión de tu hijo, pero solo serviría para hacer más difícil una situación ya de por sí complicada.  Además, la depresión normalmente está causada por una serie de factores, por lo que es poco probable, que una única persona sea responsable.



 


Escuchen en todo momento. Estén atentos. Muchas veces hay una disociación entre lo que ven los padres y lo que sienten los hijos.


 

¿Cuán común es que un adolescente supere la depresión?


Estas enfermedades mejoran.

Las terapias funcionan. Y tras mejorarse, se genera un crecimiento y una maduración gracias a la experiencia.

Las dificultades generan recursos psicológicos que van a ser positivos para el resto de sus vidas.

Si uno lo mira con esa perspectiva, una experiencia tan difícil como esta puede tener un poco más de sentido.



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